Hoy fui al cine, a ver Titanic en 3D. Algo que me gusta más
que mirar una película romántica y de época, es volver a verla (creo
que esta fue la vez numero 50) y con la calidad notablemente mejorada.
Me tomo muchos
años entender el final, siempre pensaba que la viejita estaba soñando.
Pero cuando por fin logre comprender que había muerto, y se reencontraba
con todos los que habían partido antes que ella, pude elevar al máximo
mi emoción. Ya que aunque haya estado 84 años separada de su enamorado
(Jack) vuelve a el, como si nunca se hubiera ido. Porque en el amor no existe el tiempo, ni la distancia.
Uno de
los mensajes mas lindos que tiene la película es demostrar que el amor
no nace de la rutina, ni se construye voluntariamente. Los protagonistas
se conocen y automáticamente descubren que las diferencias que los
separan son diminutas en comparación a los sentimientos que ambos se
generan. La relación duro dos o tres días, pero permanece intacta en la
memoria de Rose a lo largo de su vida. Atesorando un amor más profundo que el océano donde se hundió el barco. Y más valioso que cualquier diamante.
“Tu saltas, yo salto ¿recuerdas?” llevada
a la vida real, esta frase es lo mas hermoso que una persona puede
hacer. Entregarse al amor, sin importar que dolorosa sea la caída. Tener
quien se tire con vos, solo y por amor es un privilegio sin desperdicio.
Conclusión: Animemosnos a saltar,
¡Que todo lo que se hace POR AMOR vale la pena!
